Colombia
actualmente cuenta con más de 5 tratados de libre comercio, de los cuales los
más debatidos han sido los firmados con EEUU, donde el gobierno americano
abastece con subsidios el sector agricultor, y
el tratado de libre comercio con Corea del Sur que entre otros factores
intrínsecos ha inquietado al sector automotriz por la magna competencia
que representarán los autos provenientes
de industrias coreanas en el mercado nacional. Con todo y las incongruencias de
planteamientos, adeptos, pugnas y criticas de lo que representa la firma de
tratados que promueven e incentivan algunos sectores económicos pero que van en
detrimento de otros (en una asimetría interna de competitividad), la carrera
por la firma de tratados comerciales aún no para y se enfilan con entusiasmo los de países
como Panamá y Costa Rica que esperan
legitimarse en el 2014.
La
competitividad nacional se ve resquebrajada por condiciones de entorno
desfavorables para la producción de ciertos insumos y el proceso de
industrialización que aún se ve bastante exiguo y precario, acompañado de una
tasa de cambio desfavorable que ha venido en picada a ubicarse en niveles de
hasta 1.780 pesos por dólar[1].
Todos estos factores se sumaron a desmontar el esquema de competitividad
artificial que se mantuvo durante años bajo el amparo de una devaluación en la
moneda que cada vez se hace más insostenible y
donde las medidas optadas por el banco de la república por medio de la
política monetaria, siguen siendo de carácter cortoplacista y dan solución a
desfases coyunturales mas no estructurales.
El
descontento de sectores productivos que cada vez ven menos plausibles las
medidas asistencialistas del gobierno y que ven resquebrajarse la salvaguarda
de la tasa de cambio, ha conllevado a fenómenos como el paro cafetero de
febrero de este año que va sobreponiéndose a la cometida del gobierno al
obtener un subsidio de $145.000 por carga de café en el momento de la venta[2]
y el descontento de otros sectores como el textil y el arrocero, llevando a
múltiples economistas a evaluar las implicaciones del boom minero energético en
el país cuya ponderación dentro de las exportaciones ocupan un 56,78%[3]
del total. Todo esto con el fin de tratar de atribuir a un ámbito concreto la
actual malformación del mercado que abarca entre otros efectos negativos
producidos por este sector, un daño medio ambiental, alta plusvalía y baja
utilización de mano de obra. Tanto así que especialistas en política monetaria
empiezan a dudar respecto a si la revaluación del tipo de cambio realmente
debería atribuirse al sector minero energético cuando en el 2012 la balanza
comercial cerró con un superávit de solo
4.915 millones de dólares FOB[4],
valor poco significativo para generar una revaluación de tal magnitud como la
actual. Es así, como se empieza a dar forma a argumentos que colocan en tela de
juicio la total atribución del sector minero a
las revaluación cambiaria, como lo expresa el economista Alejandro
Ramírez en un artículo para el periódico
portafolio “la respuesta al problema de la revaluación hay que buscarla en las
enormes expansiones monetarias gringas, y en la compra y venta diaria de
dólares en la BVC”[5]
; Sin obviar otros detonantes como lo son las tasas de interés relativamente
menores en la economía gringa, el déficit fiscal colombiano y el aumento de la
confianza inversionista en la economía local.
Con
esto se evidencia la dependencia comercial de Colombia, no solo al tipo de
cambio, sino su exposición a diversos factores exógenos que no terminaran de
aparecer en un entorno de globalización y cada vez más interdependiente. El
interrogante y factor de discusión no es arremeterse en contra del sector
minero energético, la expansión monetaria en Estados Unidos o los manejos macro
financieros a base de la especulación, sino la ineficiencia que parece ser
generalizada de todos nuestros sectores productivos. No hemos encontrado como
competir, porque no se ha planteado la necesidad. Siempre se han tratado de
empujar sectores ineficientes con subvenciones y apoyos artificiales que realmente
no han logrado especializarse y ofrecer atractivos precios internacionales a la
economía global; Lo que no ha sucedido en países como Finlandia, Irlanda e
inclusive Corea del Sur (a modo de ejemplo) que
aunque presentan un entorno menos rico en diversidad de fauna, flora y
recursos naturales, lograron hacer frente a la adversidad y sobresalen por medio de la tecnología e
innovación, no sólo siendo los mejores a nivel local, sino destacándose a nivel
mundial engalanando los primeros puestos en competitividad según el International Institute for Management
development (Citado en el próximo
escenario global 2002).
La
otra arremetida que sirve de aliciente para socavar la baja competitividad Colombiana ante el flagelo de los mercados internacionales,
es el tomar como fuente primaria la exportación de insumos y productos con poco
valor agregado y que además son no renovables, ofreciendo una temprana y corta
solución a las vicisitudes en materia económica. Las políticas de desarrollo económico se han enfrascado en las regalías del sector
minero energético, que no han contribuido de forma notoria a mejorar
indicadores de bienes social, y en insumos primarios que en su mayoría no
logran ser transformados en productos finales, siendo ineficientes en sus
procesos productivos y contando además con una demanda inelástica a precios
internacionales en el mercado mundial. Así con todo esto, es muy difícil
realizar reciprocidades con mayores ganancias comerciales cuando los términos
de intercambio se establecen con bienes y servicios que presentan asimetrías en
las ganancias del comercio.
Si
finalmente se partiera como hecho de acción acabar con todos los sectores
económicos ineficientes de nuestro país y se contrarrestara con la necesidad
ferviente de encontrar un verdadero sector de competencia internacional, nos
enfrentaríamos al desagravio de la casi
inexistente movilidad de la fuerza laboral dentro de sectores económicos, que
se refleja, entre otros factores, en una educación que no alcanza los altos
niveles de calidad y no ofrece la asistencia y cambios de fondo tan necesarios
en un mundo de constante mutación y que debe hacer frente a las nuevas
necesidades que nacen en el mercado global.
Nathalie Reyes
[1] Fuente: La república. “El peso Colombiano es ahora la más devaluada
de las monedas emergentes”. Septiembre 1 de 2012. http://www.larepublica.com.co/finanzas/el-peso-colombiano-es-ahora-la-m%C3%A1s-devaluada-de-las-monedas-emergentes_19544
[2] Fuente: El espectador. “Los costos del paro cafetero” http://www.elespectador.com/noticias/economia/articulo-409229-los-costos-del-paro-cafetero
[3] Fuente: Colombia, exportaciones totales, según CIIU Rev. 3. 2013
[4] Fuente: DANE. Colombia, balanza comercial 1980 - 2012 (Enero -
diciembre)
[5] Fuente: La república. El dilema de la tasa de cambio. http://www.larepublica.com.co/el-dilema-de-la-tasa-de-cambio_32333